Se escapan varios toros de Fuente Ymbro
MARIO JUÁREZ | Sevilla
Cuando se presentaron los carteles, el mano a mano entre Perera y Luque parecía un duelo de triunfadores. Un mes después, y con las circunstancias en las que ambos toreros llegaban a la cita, tuvo más de lucha por la permanencia.
Tras el batacazo de Madrid, Luque necesitaba un golpe en Sevilla sí o sí, y sus primeros días dejaron sensación preocupante. Perera, que no estuvo en Valencia por una lesión, ha visto como la primera fila tomaba posiciones y, para colmo, no le había embestido un toro en Sevilla.
Sin embargo, pese a llegar tan presionados, ninguno de los dos dio la sensación de querer comerse el mundo. Y eso que toros hubo para ello. La corrida de Fuente Ymbro, de juego desigual, puso en liza dos toros muy importantes y otros para hacer el esfuerzo y apostar.
Precisamente para dos toreros que los entienden a la perfección y que saben tocar las teclas de esta ganadería como pocos. Y que necesitaban arrear, sí o sí. Pero no lo hicieron. No fue tarde de competencia, por mucho que Luque quitase en los tres toros de Perera.
Dio la sensación de ser más una corrida salvavidas en la que cada uno de los dos trató de sacar algo en claro, sin terminar de conseguirlo. La imagen de Perera dista mucho de la de hace dos años, en la temporada de su consagración.
Con esa cabeza tan despejada y la frescura de 2008, habría formado un lío gordo, porque para colmo se llevó el premio de la tarde, un toro que se desplazó, repitió y transmitió una barbaridad, que tuvo gran son y que tan sólo pedía que le perdiesen un par de pasos entre muletazo, porque el animal empujaba con todo y no quería nada encima.
La faena de Perera fue muy discontinua. Le aguantó en el inicio con cambiados en los medios y después consiguió hilvanar una gran serie en redondo, la que arrancó la música, dejando la muleta puesta, perdiéndole un paso y llevándolo por abajo. Hubo otros muletazos buenos, otra serie en redondo e incluso algún natural, pero la sensación que quedó fue que el animal tuvo mucho más.
A Perera se le vio buscar pronto el amarre en terrenos cortos, no se le vio a gusto en la cara, ni tampoco con la espada.El destino puso en sus manos otro toro de los que sirven para marcar diferencias. El sobrero tuvo mucho carbón, pero tuvo emoción y la tomó, aunque siempre que no iba gobernado lo hizo metiéndose por dentro (un mundo por el izquierdo) y tirando arriba. Perera no le cogió el pulso.
Lo dejó lucir de largo, trató de provocarlo y se fue viniendo debajo de forma paulatina. La faena, con la gente ya a la contra, se convirtió en un barullo, se sucedieron los enganchones y Miguel Ángel, que tanto ha sido capaz de asustar con estos toros otros días, se vino abajo.Poco cuenta ya lo del primero, un toro muy al límite de raza, mansito en los primeros tercios y que terminó al abrigo de tablas, con el que tampoco llegó a tomar cuerpo su labor.
No lo hizo tampoco ninguna de las tres faenas de Luque. El sevillano dejó lo mejor en el saludo de capa al sexto, al que toreó muy despacio a la verónica. Después, con tres toros muy distintos, llegaron tres faenas muy iguales. De ideas cortas, mucho enganchón y demasiados pases sin decir nada. Pesado se puso con los tres toros, tanto, que la gente terminó recriminándoselo en cada una de las faenas.
El destino puso en sus manos un segundo de buen son, con fijeza, movilidad y queriendo cogerla siempre por abajo. El cuarto no estuvo sobrado de raza pero pasó, aunque cuando enganchase tirase la cara arriba. El sexto, muy flojo y que se pegó una costalada tremenda, se dejó también, aunque para llegar arriba necesitase un torero con fibra, con ganas y las ideas claras. Y Luque, que ha perdido envites muy fuertes en este principio de año, no fue capaz de ello
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